Desde la madrugada de este 4 de junio, Estados Unidos aplica un gravamen del 50 % a todas las importaciones de acero y aluminio (salvo las procedentes del Reino Unido, que mantienen la tasa anterior del 25 % mientras culmina un acuerdo bilateral). La Casa Blanca defiende la medida como un escudo para la “seguridad nacional” y el empleo; economistas y socios comerciales, en cambio, advierten de incrementos generalizados de precios, posibles pérdidas laborales y nuevas represalias arancelarias.
El presidente Donald Trump firmó la proclama que eleva a 50 % los aranceles —el doble de la tarifa vigente desde febrero— durante una visita a una planta de US Steel en Pensilvania. Argumentó que el exceso de capacidad global y las “prácticas desleales” de exportadores como China, Rusia y Brasil “amenazan la viabilidad” de la cadena metalúrgica estadounidense.La reacción internacional fue inmediata. La Unión Europea y México anunciaron que “evaluarán contramedidas proporcionales”, mientras Canadá expresó “profunda decepción” por un gravamen que golpearía sus ventas, pese a ser históricamente el mayor proveedor de acero de EE. UU.
En el frente interno, la industria manufacturera teme un aumento de costes que se trasladará al consumidor. La Asociación Nacional de Constructores calcula que el sobrecargo en insumos metálicos añadirá hasta USD 10 900 al precio de una vivienda; analistas del sector automotor prevén que cada vehículo ensamblado en suelo estadounidense podría encarecerse entre USD 2 000 y USD 4 000. Productos cotidianos latas de bebidas, electrodomésticos, equipos médicos también reflejarían alzas, ya que el país importó en 2024 más de 26 millones de toneladas de acero y 5,6 millones de toneladas de aluminio.
Un estudio del Peterson Institute recuerda que los aranceles del 25 % implantados en 2018 apenas generaron 1 000 nuevos empleos siderúrgicos, mientras provocaron la pérdida estimada de 75 000 puestos manufactureros por encarecimiento de insumos. Con el salto al 50 %, varios gremios temen que el efecto neto sea todavía más negativo, pese al apoyo de sindicatos metalúrgicos que celebran la posible reactivación de hornos hoy infrautilizados.
Los economistas también prevén presión inflacionaria en un contexto de tipos de interés altos y desaceleración del consumo. La Reserva Federal, que acaba de mantener su tasa de referencia en 5,50 %, reconoció “riesgos de rebrotes de precios ligados a tensiones comerciales” en su último informe semestral. Firmas financieras ya reajustan al alza sus proyecciones de inflación para el segundo semestre, situándolas en torno al 3,4 %.
Si bien la Administración asegura que la subida arancelaria es “temporal” y revisable cada seis meses, la Organización Mundial del Comercio ha recibido consultas preliminares de la Unión Europea y Brasil para iniciar un panel de solución de diferencias, lo que augura meses de litigio y un posible recrudecimiento de la guerra comercial en pleno año electoral estadounidense.
Créditos / Fuente
AP, The Guardian, CBS News, Washington Post, ABC News, NPR, White House, 4 de junio de 2025.