El 11 de junio de 2025, entre las 04:00 y las 06:00 UTC, una serie de 17 ataques con drones de origen ruso impactó diversos sectores residenciales de Járkov, Ucrania. El saldo preliminar arroja al menos dos civiles fallecidos ambos mayores de 60 años y 32 heridos, entre ellos ocho menores, además de cuantiosos daños a la infraestructura y el desplazamiento temporal de más de 150 familias.
En la madrugada del 11 de junio, las primeras alarmas sonaron en el centro y el este de Járkov, segunda ciudad más poblada de Ucrania, cuando drones kamikaze sobrevolaron barrios densamente habitados y descargaron explosivos a baja altura. Las ráfagas de sirenas y las detonaciones despertaron a los residentes, que se refugiaron en sótanos y pasillos interiores de sus edificios.
Según el gobernador regional, Oleh Syniehubov, los artefactos dañaron 45 edificios residenciales, provocando el colapso parcial de fachadas y balcones, así como el corte prolongado de electricidad y agua potable en varios distritos. Además, un centro de salud primaria y tres escuelas sufrieron daños en sus estructuras, obligando a suspender las clases y a replegar el personal médico a instalaciones alternas.
Los servicios de emergencia trasladaron a 32 personas a hospitales locales. La mayoría presentó contusiones, laceraciones por escombros y síntomas de inhalación de humo, pero ocho menores requieren atención psicológica ante el shock vivido. Dos adultos mayores fallecieron por el derrumbe de un muro de carga en un edificio de cinco pisos. Los rescatistas continúan las labores de despeje, removiendo escombros y buscando posibles víctimas atrapadas en las zonas más dañadas.
Más de 150 familias fueron desalojadas de manera preventiva y alojadas en refugios provisionales habilitados por el municipio, ubicados en centros comunitarios y gimnasios escolares. Cruz Roja local y ONG’s de derechos humanos han comenzado a distribuir kits de higiene, mantas y alimentos, mientras psicólogos voluntarios ofrecen acompañamiento a niños y ancianos afectados por el trauma.
Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch solicitaron acceso inmediato para documentar posibles violaciones al derecho internacional humanitario. Además, el gobernador Syniehubov calificó los bombardeos de “crímenes de guerra” y urgió al Tribunal Penal Internacional a ampliar su investigación sobre el uso de armas indiscriminadas en zonas civiles.
El Ministerio de Defensa de Ucrania afirmó que los drones empleados son del modelo Lancet-3, fabricados por Rusia para ejecuciones de precisión quirúrgica, y denunció su despliegue sistemático contra infraestructuras civiles. Agregó que fuerzas ucranianas derribaron al menos cinco aparatos con sistemas antiaéreos portátiles, aunque el resto logró burlar la defensa y alcanzar sus objetivos.
En Kiev, el vocero militar Oleksandr Motuzyanyk declaró que este tipo de ataques busca “desmoralizar a la población y colapsar los servicios básicos”, y anunció un reforzamiento de las defensas antiaéreas en las ciudades fronterizas. A su vez, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos condenó el uso de drones contra civiles, instando a ambas partes a respetar la Convención de Ginebra.
Este episodio se suma a la serie de ataques con drones registrados en el último semestre en el este de Ucrania, que han ampliado la esfera de la guerra electrónica y las operaciones de desgaste. Analistas del Instituto de Estudios Estratégicos de Europa señalan que la proliferación de drones suicidas ha reducido la eficacia de la defensa aérea convencional, obligando a renovar tácticas de protección civil y a invertir en tecnología de contramedidas.
Por su parte, el gobierno local evalúa la reparación de la red eléctrica con sistemas de emergencia móviles y estudia la creación de corredores seguros para el desplazamiento de personal sanitario y educativo. Las escuelas dañadas podrían retomar actividades en módulos prefabricados en un plazo de dos semanas, según el plan de contingencia municipal.
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