En la madrugada del 16 de junio, Irán ejecutó una ofensiva con misiles balísticos que impactaron las ciudades de Tel Aviv y Haifa, causando la muerte de al menos ocho personas y significativos daños materiales. La acción se enmarca en una escalada de tensiones tras los recientes ataques israelíes en suelo iraní.
El Ministerio de Defensa de Israel confirmó que, a las 04:17 hora local, múltiples misiles de corto y mediano alcance fueron disparados desde territorio iraní. Las explosiones afectaron principalmente zonas residenciales del centro de Tel Aviv y barrios periféricos de Haifa. Entre los fallecidos figuran seis civiles, un menor de edad y dos efectivos de respuesta inmediata, además de más de treinta heridos, de los cuales cinco se encuentran en estado crítico.
La ofensiva ocurre tres días después de que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ejecutaran la denominada “Operación León Ascendente”, que destruyó múltiples instalaciones estratégicas en Irán, incluyendo el centro nuclear de Natanz y un complejo de misiles balísticos en Isfahán. Las autoridades israelíes afirmaron que estos blancos estaban relacionados con la producción de uranio enriquecido y la fabricación de armamento de largo alcance.
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, declaró tras los ataques: “Los residentes de Teherán pagarán pronto el precio de esta agresión”, y añadió que se activó el “protocolo de represalia estratégica”. Por su parte, Irán justificó su accionar bajo el principio de legítima defensa conforme al artículo 51 de la Carta de la ONU, calificando los bombardeos israelíes previos como “actos de guerra flagrante”.
El Consejo de Seguridad de la ONU fue convocado a una sesión de emergencia a solicitud de Irán. Diplomáticos europeos manifestaron su preocupación ante una posible regionalización del conflicto, mientras que Rusia y China pidieron contención a ambas partes.
0